Estábamos atrapadas en ese lugar de Colombia. No había transporte. Nos levantamos temprano para conseguir un auto. Llegamos a una calle donde estaban los militares, preguntamos y dijeron que no habría transporte, minutos más tarde se nos acercó una señora y dijo que podíamos viajar con ella. "Yo no quiero salir pero tengo una cita medica, el señor de allá nos puede llevar si quieren" Hablamos con el señor, el costo por viajar en su auto era caro. Luego se acercó otro y dijo que podría llevarnos, también necesitaba ir al doctor, nos cobraba mucho menos. "Pero salgo hasta la una" nos dijo. Quedamos que nos veríamos en el mismo lugar y partiríamos juntos hasta Tunja. Luego en Tunja resolveríamos como llegar a Bogotá sin ellos. Eran las diez de la mañana. Teníamos tiempo, caminamos al desierto de los pozos azules, no queríamos perder la visita. Cuando llegamos vimos un paisaje precioso, lamentamos un poco no haber comprado un vino y unos emparedados para comerlos ahí. Recogimos unas pequeñas piedras. En mi buró tengo ahora una, redonda. El camino era pesado pero ya llevábamos varios días viajando a pie.
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